lunes, julio 17, 2006

Mi demonio


Si, siempre todo lo malo viene junto y a veces algunos demonios parecen conquistarnos y no hay nada que podamos hacer para evitarlo... es la vida y por más que nos esforcemos el destino esta escrito y algunas veces es imposible cambiarlo.
Era el funeral del padre de Carlos, mi novio por más de 5 años. Llovía torrencialmente, en cualquier momento el cielo se nos venía encima, partido en dos.
Cuando termino el entierro, unos ojos me observaban desde muy lejos. Un hombre entero vestido de negro, de piel blanca, era todo lo que podía distinguir de él a través de la tormenta que caía sobre nosotros.
Carlos me tomó de la mano y me dijo, vamos ya no tenemos nada más que hacer aquí. La relación de Carlos con su familia era pésima... pasamos por el lado de este hombre al retirarnos, su rostro estaba casi completamente cubierto, por una bufanda, sólo se veían unos intensos ojos verdes, llevaba puestos audífonos y era el único que no parecía triste, entre todos los asistentes. Me miro fijamente a los ojos y al voltearme, descubrí que se volteaba también. Le pregunte a Carlos, si lo conocía, pero pareció ignorarme... sin soltar mi mano, me obligó a apurar el paso, hasta llegar al auto.
Y partió, sólo miró hacia atrás y murmuro, algo que me sonó a un “adiós, viejo” .
Íbamos de regreso por la carretera, hace unos 15 minutos que manejaba en silencio, como si yo no estuviera ahí. Cuando el auto se negó a seguir andando y quedamos en pana, en medio de la nada. Un par de improperios salieron de la boca de Carlos, mientras golpeaba el manubrio. Abrió la puerta y salió a la tormenta, rezando su rosario de maldiciones sin cesar. Me salí del auto también y le pregunte que había pasado
- Mierda, Annie, no soy mecánico, ¿como podría saberlo?
- Hey, no es mi culpa, podrías evitar ser tan desagradable conmigo.
- Sólo entra al auto y espera ahí.
Hice caso omiso a su comentario y me paré junto a la puerta y encendí un cigarro. Me pregunte como había soportado tanto tiempo a este hombre. Que últimamente parecía disfrutar, el humillarme. No, no era que no respetará su dolor, pero no tenía porque soportar su genio del demonio.
Una bocina me sacó de mis cavilaciones, un auto negro, que a mí me pareció, salía de la nada. Se detuvo junto a nosotros, el agua corría por mi cara y me nublaba los ojos, pero pude distinguir al hombre que se bajaba del auto. Sus ojos no dejaron de mirarme, desde ese mar verde intenso, ni un segundo, mientras se dirigía hacia Carlos.
-Sigues siendo el mismo amargado de siempre, primo... los años no te han cambiado, en nada... -se descubrió el rostro, sus ojos sonreían irónicos.
- Martín, y tú sigues siendo el mismo payaso irónico de siempre.
- Si, tú sabes, me honra serlo. ¿Y la dama que te acompaña?
- Annie, mi novia. Annie, él es Martín, mi primo.
-Mucho gusto, Annie. Necesitas ayuda con el auto.
- No necesito tú ayudas, mejor te subes a tu auto y sigues tu camino.- Martín, igual le hecho una mirada al auto. -Es el motor, no vas a poder arreglarlo, súbanse al auto y se quedan en mi casa, mañana temprano, podremos encontrar algo abierto, para que lo arreglen.
- No necesito tu ayuda, puedes marcharte.
- Carlos- le grite. –Acepta la ayuda, por favor. ¿Qué quieres que pasemos la noche en medio de la nada y con esta tormenta?
- Tú no te metas en esto.- me grito tan ácido como había sido las ultimas dos horas.
- No deberías hablarle así a una dama, siempre tan mal educado. Señorita, si gusta, puede aceptar mi oferta y olvidarse de este troglodita.
-Sí, muchas gracias.
-Annie, tú no te subes a ese auto.
-¿y que quieres que siga esperando aquí, mientras me tratas como a un perro?. Olvídalo
-Annie.- Su grito, hizo eco en la nada y yo hice como si no lo escuchara.
Ese hombre de ojos perturbadores, me abrió la puerta sonriente.
-Buena decisión- y no pude más que sonreírle. Talvez era un riesgo o un insulto a mi neurótico novio, pero él ni siquiera me miró, siguió tratando de reparar el auto. A su lado, era el único lugar donde no quería estar.
-Quítate el abrigo, estas empapada, ahí atrás hay un chaleco, puedes ponértelo- No pude responderle, sólo le obedecí. Mientras lo hacía, prendió la radio del auto.
-¿Te gusta Rata Blanca?- Me miró de reojo, sin dejar de sonreír. – Annie.
- Si, me gusta.
Y los acordes de “Mujer Amante” comenzaron a sonar. Me acurruque en el asiento del auto. Si, me sentía culpable de dejar a Carlos ahí.
- No deberías sentirte mal, Carlos sólo piensa en él. Además no puede ser tan inhumano y obligarte a pasar la noche ahí.
- Si, tienes razón. Es un imbecil
- La pregunta es como lo has soportado tanto.
- No lo sé, ¿el amor?.
- Entonces, la pregunta, Anne, es ¿cómo te enamoraste de él?
- No lo sé, eso si no lo sé... ¿vives cerca de aquí?
- A unos veinte minutos. Vivo sólo en una gran casa. ¿No te asusta, ir a la casa de un desconocido. En un lugar apartado, donde nadie puede ayudarte, en caso de que yo sea un maniático o un psicópata?
- Podrías ser el mismo demonio y estaría mejor que donde estaba, antes de llegaras- reíste con ganas- Además, cuando sonríes, pareces un niño, no creo que seas un psicópata. Al menos no lo pareces.

Llegamos a su casa, arquitectura moderna, piedra, mucho vidrio y madera, alzaban su gran y magnifica casa. Me invito a pasar.
–De verdad tu casa está lejos de todo. Pero es muy bonita.
- ¿Te gusta? Yo mismo la diseñe, soy arquitecto y esta es mi obra maestra. ¿Tienes hambre? Yo, me muero del hambre.
- Si.
- Cocinamos algo, no soy muy bueno, en la cocina y la señora que lo hace, hoy no pudo venir, por la tormenta.
- Ok. Yo puedo cocinar.
- Y yo te ayudo.
Era realmente lindo este Martín, como un niño hombre. Un mensaje en mi celular, interrumpió el silencio y nuestras miradas. Era de Carlos “ Llamé una grúa, si no estas aquí en 30 minutos, me voy a Santiago sin ti”
No quería irme de ese lugar, le mentí a Martín, le dije que Carlos, ya iba camino a Santiago, en una grúa. Me sonrió...
-Estas obligada a pasar la noche aquí entonces.
- Así parece.
- Con esta tormenta, sería un riesgo salir.- Sirvió dos copas de vino, y me llevo a la cocina. – Hay de todo aquí, ¿qué sabes hacer?
- Te gusta la comida china, dije mientras miraba dentro del refrigerador, - champiñones, pimientos, dientes de dragón, cebollines. Puedo hacer una cena maravillosa.
- Si, me encanta- Mirando mis piernas, que se asomaban entre las botas y la falda. No puedo negarlo, me encanto sentir su mirada, recorriéndome. Tratando de adivinar que había debajo de la ropa que me cubría. Me ayudo a picar todo.
- Soya, ¿tienes soya?
- Si. ¿A qué te dedicas?
- Soy decoradora de interiores. Y adoro mi trabajo. Y agradezco el buen gusto, cuando entro a una casa, por eso debo felicitarlo, señor arquitecto. Su casa es una obra de arte.
- Muchas gracias. Señorita decoradora, pero llámame Martín. Annie.
- Esta bien, Martín.
- Voy a arreglar la mesa, te dejo a cargo de mi cocina.- Me cerró un ojo, mientras salía. Al cabo de unos minutos, lo llame, ya estaba todo listo.
- Pues bien, vamos a comer entonces. Había arreglado la mesa, como en para una cena romántica, velas y rosas.
Comimos en medio de una amena conversación. – Si cocinas tan bien como decoras, debes ser una excelente decoradora. Hace mil años que no cenaba algo tan exquisito.
Después de cenar, pasamos a una sala de estar, todo el piso cubierto de una alfombra de piel, se sentó junto a la chimenea, me invito a sentarme, junto a él sobre la alfombra...
-Terminamos la botella de vino y nos vamos a dormir, si es que no quieres pasarte una noche de interesante conversación...
- ¿Cuál sería el tema?
- Tú, eres una mujer muy interesante.
- Interesante, uff!!!, no mucho, mi vida es una gran y soberana lata. Perdí la locura, cuando conocí a tu primo y desde ese momento, me metí en la monotonía de su vida y me atrapó la rutina. Incluso, trabajo menos que antes, a Carlos no le gusta mi trabajo, porque trabajo con muchos hombres. Y él es muy celoso. Entonces, mi vida se resume a eso.
- Y tú lo dejas manejar así tu vida, Anne, pareces una mujer fuerte, ¿por qué te dejas doblegar entonces?
- No lo sé, me resigné a no pensar mucho, neutralicé la inteligencia de la que siempre me jacté, para entregarle mi vida a un hombre, que ni siquiera me dice que me ama, desde hace unos tres años.
- ¿Tanto lo amas?
- Tanto lo amaba, ahora es sólo una cuestión de costumbre, de comodidad. ¿Y tú, tienes novia, polola o algo así?
- Tenía, hasta hace unos 4 meses, vivía aquí, para ella y nuestros sueños construí esta casa... Pero decidió, dejarme. Cuando conoció a otro, que le ofreció el mundo, mucho viaje, mucha experiencia nueva, no sé.
- ¿Y se perdió a un hombre tan cautivante como tú?
Reíste – Así como el tonto de mi primo se pierde a una hermosa mujer, como tú.- Se puso de pie y me miró serió, como no me había mirado en toda la noche... – ¿Bailas?- Reí, pero asentí.
-¿Te gusta Ismael Serrano?.
-Si, me gusta una canción que dice “Créeme, cuando te diga que el amor me espanta... que me derrumbo ante un te quiero dulce...” o algo así.
- Cantas muy bien, y si tengo esa canción...- Puso el CD y camino hacia mí, aún sentada en la alfombra, lentamente... me tomo una mano y me ayudo a pararme, sin soltarme la mano me acercó hacia él, hacia su cuerpo y empezó a sonar la canción, como si hubiera sincronizado el tiempo con sus movimientos...
- Créeme, así se llama esa canción- Me dijo con su boca, casi rozando mi oído, en un susurro. Mientras sus piernas pegadas a las mías, me obligaban a seguir sus pasos, suavemente.
- “créeme, cuando me vaya y te nombre en la tarde... viajando en una nube de tus horas, cuando te incluya entre mis monumentos”- cantaste, en mi oído, y mi piel se estremeció bajo tus manos, en mi espalda... – Aceptarías una invitación, Anne.
- Depende, primero debo saber cuál es la invitación.
- A recuperar la locura perdida, a hacer perpetuo el brillo centellante de tus ojos. Así como me miras ahora, que demás esta decir, no brillaba así cuando estabas con Carlos.
-La locura puede ser peligrosa.
-Yo, te vi y enloquecí y mírame, no he corrido ni un peligro.
Me aferré más a su cuerpo, como diciéndole que aceptaba su invitación...
Dio un paso atrás y apago la luz de la lámpara que alumbraba la habitación... La luz de la chimenea en sus ojos, ardiendo como el infierno. Traté de acercarme a su cuerpo, de besarlo, pero me detuvo... Así, a más de un paso de distancia, lentamente comenzó a desabrochar mi blusa, lentamente bajo el cierre de mi falda... Lentamente me desnudo, y se desnudo él... como si todo el tiempo fuera de nosotros... Suavemente me recostó entre la blanca piel de su alfombra, Suavemente y lentamente me mostró su paraíso disfrazado de infierno. Y me llevo a la locura, la más vertiginosa, la que parece no tener cura.
Y así me dormí abrigada entre el calor de su piel, la suavidad de su alfombra enredada en su cuerpo, cubiertos con una manta... cuando la noche y ase terminaba.
La luz de la mañana me despertó, envuelta en su cuerpo... Me miraban esos ojos verdes, tan intensos, sonriendo...
Traté de incorporarme, pero con fuerza me lo impidió.
-No me digas que quieres salir arrancando, no me digas que te arrepientes.- y sus ojos se ensombrecieron.
-No, pero creo que es tarde ¿llueve aún?
-No...- La dulzura en él, había desaparecido. – Te voy a dejar, báñate...
-Hey, ¿qué pasa?... No me arrepiento, pero si me voy a bañar... -Me puse de pie y tome su mano, sonreí... de verdad no me arrepentía. -¿Vamos?- Y lo llevé conmigo a la ducha y volví a perderme en su locura, con el agua corriendo por mi cuerpo.

Manejo en silencio, pero no en el silencio tenso de Carlos, más bien en un silencio de ternura, de pena... acariciaba mi cara, mi pelo... me acurrucaba a su lado.
Se detuvo, frente a la casa... y me miró a los ojos. Mucho me cuesta sostener su mirada.

-Es difícil dejarte ir...
-La locura es peligrosa, pero más lo es alejarse de ella...
-Puedo darte un beso, antes de que te bajes.
-Puedes matarme ahora si quieres...
Y me besó, tan exquisita su boca y sus besos.
-Toma, esto es para ti, pero no lo leas, hasta que yo este muy lejos.

Caminé hacia la casa sin voltearme a mirarlo y entré, cerré la puerta, sin pensar... la locura es como una droga adictiva y sus ojos y su sonrisa eran mi locura... Me cambié de ropa, puse el CD de Serrano de Carlos y me senté junto a la ventana con un gran tazón de café. Y la nota que me entregó Martín, antes de marcharse.

“No das respuestas, ni luz a mi jardín
Y no hay guerrero que descanse en ti
No hay luna de agosto
Ni lluvia de abril
Que no haya dormido antes en ti
Eres pequeña, como una estrella fugaz
Como el universo antes de estallar
Vuelas como la risa
Como el diente de león
Si yo te miento
Tú lo haces mejor
Ahora dime que te han de ofrecer
Las tardes perdidas
Tu sangre en mi piel
La casa cansada
La manta en el sofá
La tele encendida
Las ganas de llorar
Ahora dime que te van a dar
La paz en tu vientre
El fondo del mar
Gaviotas cansadas
Mi sombra en el sofá
La brasa encendida
Las ganas de matar
Eres la copa rota
El mar en que me adentro
Viento que susurra al tálamo deshecho
Ácido en mis ojos
El café de mis mañanas
La mano en el sexo
El rumor de batalla
No das respuestas, ni luz a mi jardín
Y no hay guerrero que descanse en ti
No hay luna de agosto
Ni lluvia de abril
Que no haya dormido antes en ti”

No olvides, que aquí te espero... Aquí te espera mi vida y mi locura, que despertó tu locura. Aquí tienes tu manicomio personal y exclusivo, mi cielo y mi infierno... Ahora dime... ¿La paz en tu vientre o tu sangre en mi piel?"

Y esa fue mi última locura...

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hallo I absolutely adore your site. You have beautiful graphics I have ever seen.
»

9:37 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home