Esa noche*.*

Se repite en mi cabeza revolviéndolo todo, la idea constante y punzante, que se transforma en convicción al estremecer a mis labios.
Danza en mi mente la idea con la fuerza de un huracán... (pero ya es tarde, ya no sirve de nada)
Palpitante la idea resuena: Debí morir en tus manos, esa noche de frío y locura. Debí morir reflejada en tus pupilas enfermas de amor, de poca comprensión, de abandono.
Debí morir esa noche en tus palabras filosas e hirientes, bajo tu puño sin compasión , debí morir sola con tu poca lucidez.
Y hoy maldigo tu cobardía, hoy que la herida no cierra y se abren tantas nuevas, te maldigo por no tener las agallas para terminar con mi miseria, por no destruir lo poco que quedaba en mí.
Maldigo tus manos, que temblaron y no fueron capaces de oprimir el gatillo, del arma fría descansando en mi sien.
Maldigo tu nombre, que hoy sabe a nada, por darme la oportunidad de mirarme hoy, en este espejo y ver las lesiones de tu odio y de tantos otros, tatuadas en mi piel, hoy aquí, ahora y en 20 años más...
Debí morir esa noche en el infierno insano de tu furia sin razón, debí morir cuando te suplique que lo hicieras.
Tuviste cinco malditas horas para desarmar cada mísera parte de mí... ¿Por qué no me hiciste el favor de terminar con todo?
¡¡Era lo que querías!!
¿Por qué no entendiste que debía morir, que esa era la noche perfecta?
¿Por qué si tu fuego lo consumió todo, no acabo conmigo también? ¿Qué diferencia hay entre golpear con todo el peso de la ira, ultrajar ciego de razón y matar, sólo por destruir? Cada una lleva a la otra... ¿Por qué rompiste la cadena.
Debí morir esa noche, asesinada por tu sombra, pero ya es tarde, ya no sirve de nada.
“La vida me pesa demasiado,
Todo me cansa demasiado”
2 Comments:
gracias por el honor niña
No hay sentido alguno que valga la pena para desear morir,ni siquiera el lado oscuro.
Saludos
Menta
Publicar un comentario
<< Home