sábado, julio 29, 2006

This is 4 U



Me pediste que te escribiera algo a ti, y ya te he escrito mucho y ya no sé que decirte...
Ni siquiera sé quién eres ahora, creo que nunca supe bien quién fuiste... Talvez la persona más importante en mi vida.
Talvez la persona que más me daño... La persona que me hizo a su imagen y semejanza, tan desgraciada como eras tú, jugando con el mundo... en las manos de tu infierno. Hoy trató de entender la situación, aún queda algo de ti en mi... mucho de ti. Aun algunas veces puedo reconocer en mis actos lo que tu me enseñaste. Lo más vil, lo más destructivo y quién puede condenarme por eso, tu sabes mejor que nadie que tuve un buen torturador, aprendí a torturar, a no entregar, a divertirme, a dejarme llevar, sólo por un poco de ese placer, tu placer...
No recuerdo bien si fue mi culpa, recuerdo haber aprendido de memoria tu manual y guiarme por el, apagando la voz que gritaba en mi, que eso era amor y que lo estaba dejando pasar. Todo lo que hice fue por que te amaba, siempre te amaba. Por eso me deje conducir por tus oscuros túneles, por eso me deje llevar a lo más profundo de tu oscuridad. Por eso me perdí en tu demencia. Entonces dime mi amor, ¿Quién podría amarte más que yo?
Yo fui quien renuncio a cada cosa por ti, yo fui quien se hundió por sacarte a flote, quien se entrego para salvarte. Quien se vendió por tu bienestar. ¿Quién podrá quererte tanto como yo?
Eso querías oír, que la niñita tierna que conociste, hoy no es más que una sombra deambulando por tus recuerdos. Que se perdió en tus tinieblas, que mira por tus ojos, que no concibe otra ternura que la de tus ojos, la de tu boca, la de tus manos, la de tu cuerpo aferrándose a mi cuerpo, entre temblores y sudor; esta niña que no quiere escuchar más palabras de amor que las que salen de tu boca. Esta niña encerrada en esta blanca habitación, en esta bata blanca, en medio de este frío blanco... sin más vista que este jardín blanco de nieve, en donde a veces, en las tardes que se vuelven grises, de este invierno desolado, encuentro tu silueta llamándome de vuelta a tu infierno...
Y este mi medio de comunicarme desde que estas paredes, nos separan, este donde ayer encontré un mensaje, entre mis desvaríos, que me pedía amor y algo que indicará que algo de cordura queda en mi, que me pedía alguna historia de nuestra vida y perdóname, sólo esto tengo en mi memoria, entre el desorden y la paz de los calmantes. Solo este es nuestro punto de encuentro, entre mi locura y tu salvación. Este es mi desvarío.
Aquí mi amor, te dejo lo que me pedías, no olvides venir a recogerlo, no olvides que mi enfermedad tiene un nombre, el tuyo. Aunque ya no sirva de nada amarte, tanto y a cada segundo. Aunque la vida no quiera darnos otra oportunidad.
Sigo siendo tu niña desvalida, la que necesita de tus manos para ser. Sólo un poco más perdida, sólo más sumergida en el desequilibrio.
Pero el amor sigue intacto, ya sabes, nadie más que tú para salvar, nadie más que tú, para morir.¿Esto era lo que querías, mi cordura y saber que es gracias a ti?

lunes, julio 24, 2006

Desvarios


“Y hubo tal silencio el día, que nos tocaba olvidar
que de tal suerte, yo todavía no termine de callar...”

Un día, hace muchísimo tiempo, alguien me dijo, que en el último minuto de nuestra vida, ese minuto cuando sabes que la vida ya se te fue... puedes mirar hacia atrás y decir, él fue, él fue el amor, el más grande, el más real. Sólo en ese segundo sabrás distinguir, que ese fue EL AMOR.
Cada cierto tiempo miro hacia atrás para ver si aún te conservo entre uno de los candidatos. Y siempre estas ahí, siempre, esperando a ese minuto, para que mi alma reconozca lo que siempre ha sabido...

“El amor más grande que conocí
sin querer un día paso por mí...”

No necesito esperar a ese minuto, la vida se me ha hecho muy larga ya, en la maldita espera... y tú también lo sabes, aunque te haya negado tres veces, antes del alba.
Creo que ya lo sabes, nos unen los mismos recuerdos. Esos que quise borrar al filo de la autodestrucción... me sangraron las manos derribando los sueños que construimos juntos, Casi se me fue la vida en el intento de arrancarte de mi. Pero tú alma se aferro a la mía. Me enrollé cual gusano en mi cuerpo, para calmar el dolor, pero mira, es el mismo que hoy me ahoga... tanto esfuerzo en vano!! No, no necesito esperar ese minuto.

“Has sentido alguna vez que estarías mejor muerto... que todo en tu vida es tan absurdo, tan desgraciado. Has sentido que el dolor parece haberse encariñado contigo y se va a quedar, acá adentro, muy adentro y que cada maldito segundo va a ser más fuerte. Has sentido a tu alma retorcerse, en medio de una gran oscuridad. Has sentido que podrías desangrarte queriendo a alguien, aunque ese alguien no pueda quererte. Has sentido que Dios siempre juega en el equipo contrario al tuyo, siempre...”
Si, lo he sentido, lo siento todos los días.

No puedo llenar el vacío que me dejaste, a pesar de este cuerpo amigo que me abriga esta noche, este cuerpo que me aferra a la vida, que no conoce nada de ti, ni de este dolor. De este cuerpo con el que pacté un acuerdo... pero que no ha podido contigo, ¡Nadie a podido contigo!

¿Quién, por la cresta, quien se atribuyo el derecho a tatuarte así en cada fragmento de mi miserable existencias?
¿Quién decidió por mí, quien te cruzó en mi camino? ¿Quién te dejo encontrarme? ¿Por qué el amor en ti, no fue más fuerte, para luchar contra mi condición? ¿Por qué no quisiste esforzarte?
¿Por qué no llega el día en que diga que no eres tú, el amor en mi vida... y sea verdad?

"Ahora comprendo cual era el ángel
que entre nosotros pasó
era el más terrible,
el implacable, el más feroz..."

sábado, julio 22, 2006

De vuelta a los demonios


Creí que la locura ya no volvería a tener cabida en mi vida... creo que después de un par de años, incluso me puse un poco moralista y exceptuando un solo recuerdo, de todos los demás, me arrepiento. Puedo llegar a decir que me avergüenzo... como me dijo una amiga hoy, me da pudor... y la palabra “pudor” me suena a ironía.
Un viaje no planificado al sur, Chiloé, para ser más exacta... la decoración de la casa de un hombre, un particular, dispuesto a pagar mucho... Carlos, mi novio hace un poco de más 7 años, a regañadientes ha accedido a que vaya. No es gran proyecto para la empresa, pero significa una entrada importante de dinero. Y para mí las vacaciones que aún no me he tomado y un poco de paz, entremedio de esta tormenta que se ha convertido mi vida.
El hotel es maravilloso, una habitación para mí, otra dos para los cuatro hombres que viajan conmigo.
Lo primero es darme un baño de agua caliente, para ver si puedo calentar mis huesos enfriados por este maldito y frío invierno del sur de Chile. Luego la visita de rutina... llegamos a la casa, apartada, un gran terreno, hermosa... y me trajo de vuelta algún recuerdo, que conservo intacto, por no querer volver a revivirlo.
Entramos y nos recibió una mujer, algo mayor.
-No, el señor no esta, pero le dejo una nota a la Srta. Annie H.
-Yo soy, puedo ver la nota...
-Tome- busco en el bolsillo de su chaqueta. Y me la entregó- dijo que quedaba en su casa. Yo tengo que irme, estas son las llaves. Él no va a estar mucho por estos lados.
A decir verdad, me sentí un poco tonta, como podría trabajar si él, no me decía que quería exactamente.
“ Srta. Annie, queda como en su casa. Respecto a la decoración, tema por el que está aquí, tiene libre albedrío, confío en su trabajo, sólo decórela como si esta, fuera su casa”.
Quede de una pieza, pero soy una mujer muy profesional. Y si eso era lo que quería, iba a hacerlo. Al fin y al cabo era él quién pagaba.
Recorrí la casa, el trabajo bien podría tomarnos un poco más de un mes... me puse de acuerdo con los maestros y el encargado de las compras, intercambiamos un par de ideas y ese fue todo nuestro día laboral, ya se hacía tarde y no podríamos hacer mucho, sólo antes de irme le deje una nota, si quería comunicarse de esa manera, estaba bien.
“Mañana volveremos temprano, espero verlo luego, para aclarar detalles. Talvez pueda ser un riesgo. Pero si esta casa fuera para mí, haría maravillas en ella”
Al otro día llegamos, empezamos por el primer piso. Living, comedor, cocina, sala de estar. Debía ser un poco rustico, por la estructura de la casa. Debía tener una chimenea, en honor a ese lugar, en el que aprendí que se puede construir en el cielo, un poco de infierno... los muebles serían todos hechos a mano, me vi en la obligación de pedir refuerzos, una vez segura de que todo estaba bajo mi control, me instale en la terraza, con mi notebook y una radio que me prestaron los maestros a buscar las cosas que debía comprar, por Internet... recordé que en mi bolso, estaba el CD de Serrano, que todavía atesoraba y que me ayudaba tanto a calmar mis pensamientos.
Al medio día llego, la nana, quién tenía otra nota para mí... “eso es exactamente lo que quiero, que convierta esta casa en un refugio maravilloso, lamentablemente, no podremos vernos aún, tengo mucho trabajo, pero confío en su criterio y su empresa sabe cual es el presupuesto para este proyecto, en el caso de que su instinto la obligará a excederse, sólo hágamelo saber por este mismo medio. M. Covington.”
Este hombre era un misterio, pero no me desagradaba trabajar así, a mis anchas y soñando que era el lugar en el que me gustaría vivir por el resto de mi vida.
Esa noche Carlos me llamo, un poco molesto, en tres meses más, es nuestro casamiento y yo tan lejos y él viendo los detalles. Pero, al fin y al cabo, se lo consulte antes de viajar.
Los días pasaron muy rápido y habíamos avanzado mucho, en el primer piso, sólo faltaban algunos detalles, en cuanto al segundo, con muchos cuartos, el único lugar, donde no había entrado aún era la habitación, que pertenecía al hombre que nos había contratado... nuestra comunicación seguía siendo mediante papelitos que yo archivaba en una pequeña agenda. Por lo visto el señor M., era un hombre sólo, como instrucción, me indicó que las habitaciones debían ser como para invitados y junto a su habitación, debía quedar su “oficina”...
Cuando casi todo estuvo terminado, de verdad, le había tomado un cariño especial a ese lugar, ya había pasado un mes. Y sólo nos quedaban pequeños detalles, de decoración. Él me había explicado mediante una nota, que llegarían un par de cosas personales, que debía incluir en la decoración. Y que apenas llegaran íbamos a tener una reunión los dos para hacerme saber cuáles serían sus pequeñas exigencias. Que estaba contentísimo con mi trabajo y bla, bla , bla... a decir verdad a estas alturas a mi me preocupaba mucho Carlos, que estaba insoportable, cada vez que lo llamaba.
Las cosas llegaron y nuestra “reunión” sería una cena en su casa, la que habíamos decorado. Para ser honesta al principio, me intrigaba mucho el conocer a este hombre, pero a estas alturas ya me daba lo mismo... me lo imaginaba viejo y medio maniático, pero debía cumplir con mi trabajo...
A las 9 PM. En punto estaba en su casa, junto a la puerta una nota: “Use sus llaves” y así lo hice, entre, todo a media luz. De verdad, todo había quedado hermoso, la chimenea encendida, caminé hacía ella, sobre la mesa, otra nota... en mi equipo, está el CD de Serrano, que olvido aquí, puede ponerlo”. En eso estaba, en eso y pensando, lo absurdo de la situación, tanta nota, tanto misterio... cuando una voz, interrumpió mis pensamientos y me hizo saltar, entre las primeras frases de “Eres”...
- ¿La paz en tu vientre o tu sangre en mi piel?
Sin voltearme, sin mirar, sólo en un hilo mi vos, que sólo yo alcancé a oír – Martín...
- Déjame demostrarte, que tu matrimonio es un error, que no puedes tranzar así tu felicidad... tu vida.
Estaba paralizada, no, no podía mirarlo a los ojos. Me aterraba volver a perderme en su locura. Lo sentí acercarse por mi espalda, sentí como mi cuerpo temblaba, ¿cuántas veces pase cerca de su casa y me vi en la obligación de luchar con mis demonio, para no ir a buscarlo? ¿Cuántas veces que sonó mi celular y nadie hablaba, sólo silencio, rogué que fuera él?. Acaricio mi espalda y beso mi hombro.
- Perdí la cabeza Annie, han pasado dos años y no hay un maldito día, que no piense en ti.
- Martín... voy a casarme.
- Si, lo sé. Pero no podía dejar que pasará sin al menos tenerte cerca, una vez, la última. Me hechizaste, he tratado de sacarte de mi, considerando que nunca quisiste elegir, o si lo habías hecho optaste por la paz de tu vientre. ¿No vas a decirme nada.?
- En algún momento, al principio, lo pensé... pero después deseche la idea por absurda... no sé que decir Martín, esto no esta bien. No, nada bien.
- Mírame a los ojos.
Me di vuelta, muy lentamente... el corazón se me iba a arrancar.
- Dime, si estoy haciendo el ridículo, si la locura en mi, es crónica.
Lo mire a esos ojos verdes, tan hermosos. Estaba exactamente igual, sólo su pelo más corto, sólo su sonrisa no estaba... como la primera vez. – No ha pasado, ni un maldito día, en que no quise correr a tu manicomio. Ni uno sólo en que no quise entregarme a la locura, para siempre.- y me abrazó, como si todo se fuera a derrumbar a nuestro alrededor. Y busco mi boca, desesperadamente y la encontró... como la primera vez. Y no recuerdo si me lo propuso o si estuve de acuerdo o no, o si simplemente me llevo, pero cuando reaccione, estaba en su cama. Bajo ese cuerpo, que me mandaba la cordura a la mierda. Arrodillado entre mis piernas, su boca recorriendo y besando, cada parte de mi cuerpo, mis manos re aprendiendo sus senderos. Hicimos el amor, hasta que ya era imposible, volver a intentarlo. Y me abrazo, aún temblando, y me acurruco en su cuerpo con su boca en mi frente.
- ¿Es una estupidez, amarte tanto, si esta es la segunda vez que te tengo?
- Es una locura...
- Esta es tú casa, no te vayas, quédate conmigo.
- Martín, no puedo... ¿qué haría con mi compromiso?
- Sabes que no amas a Carlos y que estoy loco por ti, mira lo que hice, para traerte de vuelta.
- Oblígame a quedarme, no me dejes ir.

“ Cuando no tenía nada, deseé
cuando todo era ausencia, esperé
cuando tuve frío, temblé
cuando tuve coraje, llamé...
Cuando me llamo allá fui
Cuando me di cuenta, estaba ahí
Cuando te encontré, me perdí
Y cuando te vi, me enamoré”


Y me quedé en su infierno, maravilloso infierno, para siempre... Él me obligo y yo no pude resistirme.

viernes, julio 21, 2006

Gritos


Desperté con el grito mudo de tu sueño, torturada, mutilada por tus manos... si, esas manos que tanto he amado.
Me duele el alma, o lo poco que queda de ella... “si es que algo queda de alma en nosotros” y te busco en el espacio vacío que dejaste y ya no estas... no estas más... Hace días que me olvide que para seguir viviendo debo respirar, ya no estas tú para recordármelo. “Pobre de mi, pobre de ti, pobre de todos los que amen así” Tus palabras recitando esas viejas canciones, hacen eco en mis oídos... te llevaste todo, incluso los pedazos de mi que no alcance a recoger, todo lo empacaste: mis sueños, mi vida, mi risa, mis sentidos... todo te lo llevaste en tu bolso vacío...

Despierto otra vez, como casi todas las noches, con el grito mudo de tus sueños, ciega de tanto mirarte, desorientada por tus pasos lejanos... olvide que para ver, debo abrir los ojos... Me duele la vida, si a esto puedo llamarle vida. Me pierdo en mis tinieblas, en los túneles que tu cavaste para huir de aquí. Para no ser mi victimario impasible. Sólo me dejaste el viejo disco de Silvio, para que no olvidara que tú abriste ese mundo en mi... “No quisiera un fracaso, en el sabio delito que es recordar... y reír y reír y reír, madrugadas sin ir a dormir, si es distinto sin ti, muy distinto sin ti”

Despierto, a mitad de la noche, ya me acostumbre a tus tortuosos gritos en mis desorientados sueños... y no siento el viento que se cuela despacio por la ventana abierta, aún cuando el frío pinta de violeta mi piel, como tu boca pintaba rosas moradas en mi cuerpo... Tus labios ya no son mi mordaza y aún así, no puedo llamarte, no puedo pedirte que no te vayas otra vez... por que ya no sé si pueda esperarte... ya no puedo abrir mis alas, no me quitaste las amarras, con las que me atabas a la cama, por el temor a que volará lejos de ti... Nunca comprendiste que en la mitad del camino que recorrimos, yo ya no quería huir de tu lado.

Esta noche, desperté ahogada en mis gritos... en las tinieblas de tu vacío, en la ausencia de tus manos. Adoloridos mis labios, por la carencia de los tuyos... desamparado mi cuerpo, sin el calor del tuyo... encendí un cigarro y salí al balcón... La lluvia azotaba esta ciudad desolada... mi sueño se repetía en mi mente, una y otra vez, inquietando a mi alma, el viento parecía querer llevárselo todo, como tú, cuando partiste... Apagué el cigarro y volví a la cama, en silencio. Como siempre, como desde él día que partiste. Le recé a tus demonios, para que sigan cuidando de ti y saque la última de las 62 cartas tuyas que he recibido, desde que ya no estas... la volví a leer, la abrace, conteniendo las lagrimas, que tú adiestraste, para que no salieran. Como si en ese maldito y estúpido acto, se pudiera ir mi vida... y me dormí así, aferrada a tus palabras, lo único real y tangible que me queda de ti.

Espero tus gritos, en mis noches... en todas mis noches...

“Y te daré todo y me darás algo,
algo que me alivie un poco más...”

martes, julio 18, 2006

MuErO



“Me tire por vos”... Así declaraba Charly, a su manera, mientras salta de la ventana del hotel a la piscina. Me tiré por vos...
La diferencia podría ser que salto a la piscina... cayo en el agua... Ni parecido al abismo al que acostumbro saltar... para no dejar que tu vida se me vaya por entre los dedos.
Voy caminando por una de esas calles vacías de Santiago, voy buscando tus huellas, vuelven a golpearme los recuerdos, vuelve a golpearme tu imagen, vuelvo a estremecerme. Cuando ya empieza a oscurecer. “te fuiste, el mundo gira al revés y aún espero resucitar”
Todo perdió sentido, todo... No tengo a que aferrarme. Todo importa tan poco...
No te busco, no quiero encontrarte, pero no puedo dejarte ir... sigues siendo el fantasma que camina en silencio a mi lado... sigues siendo la sombra triste que vaga por nuestra casa... sigues siendo el clown en mis sueños de risas y nubes... sigues siendo el tonto rey imaginario, lleno de tribulaciones, dando vueltas en el patio, siguiendo el sol... en tu palacio destruido, como tus sueños. Sigues siendo los ojos tristes, buscando el bienestar en mis locuras y desvaríos. No puedo dejarte ir. Sólo yo puedo verte aún, sólo yo te recuerdo... sólo yo sigo bailando contigo aferrada a la nada de tu existencia, en medio de toda mi demencia.. Sólo yo sigo calentando tu lado de la cama, en las noches de frío. Sólo yo sigo sintiendo tus besos en mis párpados, antes de dormir.
No te busco, no quiero verte un día al mirar mi reflejo en el espejo empañado del baño, con un te amo dibujado con tus dedos... pero tú no quieres irte... tú quieres llevarme, tú me conduces al cajón, de tu escritorio... tu me ayudas a tomar el arma envuelta en el paño azul... tú la llevas a mi boca y evitas que tiemble compulsivamente, mientras me abrazas por la espalda y me calmas. Tú me ayudas a apretar el gatillo, tú me recoges del piso, entre el charco de mi sangre, nuestra sangre... tú tomas mi mano y me miras, cómo sólo tú sabes mirarme y sonreírme, entre tus ropajes de rey, sin reino con esos ojos de clown triste
“Me mate por vos” declaro a mi manera, riendo a tu lado... mientras vago contigo, por los rincones de nuestra casa.


“Siempre el mismo terror a la soledad me hizo esperar en vano...
que me dieras tu mano, cuando el sol me viene a buscar...”

lunes, julio 17, 2006

Mi demonio


Si, siempre todo lo malo viene junto y a veces algunos demonios parecen conquistarnos y no hay nada que podamos hacer para evitarlo... es la vida y por más que nos esforcemos el destino esta escrito y algunas veces es imposible cambiarlo.
Era el funeral del padre de Carlos, mi novio por más de 5 años. Llovía torrencialmente, en cualquier momento el cielo se nos venía encima, partido en dos.
Cuando termino el entierro, unos ojos me observaban desde muy lejos. Un hombre entero vestido de negro, de piel blanca, era todo lo que podía distinguir de él a través de la tormenta que caía sobre nosotros.
Carlos me tomó de la mano y me dijo, vamos ya no tenemos nada más que hacer aquí. La relación de Carlos con su familia era pésima... pasamos por el lado de este hombre al retirarnos, su rostro estaba casi completamente cubierto, por una bufanda, sólo se veían unos intensos ojos verdes, llevaba puestos audífonos y era el único que no parecía triste, entre todos los asistentes. Me miro fijamente a los ojos y al voltearme, descubrí que se volteaba también. Le pregunte a Carlos, si lo conocía, pero pareció ignorarme... sin soltar mi mano, me obligó a apurar el paso, hasta llegar al auto.
Y partió, sólo miró hacia atrás y murmuro, algo que me sonó a un “adiós, viejo” .
Íbamos de regreso por la carretera, hace unos 15 minutos que manejaba en silencio, como si yo no estuviera ahí. Cuando el auto se negó a seguir andando y quedamos en pana, en medio de la nada. Un par de improperios salieron de la boca de Carlos, mientras golpeaba el manubrio. Abrió la puerta y salió a la tormenta, rezando su rosario de maldiciones sin cesar. Me salí del auto también y le pregunte que había pasado
- Mierda, Annie, no soy mecánico, ¿como podría saberlo?
- Hey, no es mi culpa, podrías evitar ser tan desagradable conmigo.
- Sólo entra al auto y espera ahí.
Hice caso omiso a su comentario y me paré junto a la puerta y encendí un cigarro. Me pregunte como había soportado tanto tiempo a este hombre. Que últimamente parecía disfrutar, el humillarme. No, no era que no respetará su dolor, pero no tenía porque soportar su genio del demonio.
Una bocina me sacó de mis cavilaciones, un auto negro, que a mí me pareció, salía de la nada. Se detuvo junto a nosotros, el agua corría por mi cara y me nublaba los ojos, pero pude distinguir al hombre que se bajaba del auto. Sus ojos no dejaron de mirarme, desde ese mar verde intenso, ni un segundo, mientras se dirigía hacia Carlos.
-Sigues siendo el mismo amargado de siempre, primo... los años no te han cambiado, en nada... -se descubrió el rostro, sus ojos sonreían irónicos.
- Martín, y tú sigues siendo el mismo payaso irónico de siempre.
- Si, tú sabes, me honra serlo. ¿Y la dama que te acompaña?
- Annie, mi novia. Annie, él es Martín, mi primo.
-Mucho gusto, Annie. Necesitas ayuda con el auto.
- No necesito tú ayudas, mejor te subes a tu auto y sigues tu camino.- Martín, igual le hecho una mirada al auto. -Es el motor, no vas a poder arreglarlo, súbanse al auto y se quedan en mi casa, mañana temprano, podremos encontrar algo abierto, para que lo arreglen.
- No necesito tu ayuda, puedes marcharte.
- Carlos- le grite. –Acepta la ayuda, por favor. ¿Qué quieres que pasemos la noche en medio de la nada y con esta tormenta?
- Tú no te metas en esto.- me grito tan ácido como había sido las ultimas dos horas.
- No deberías hablarle así a una dama, siempre tan mal educado. Señorita, si gusta, puede aceptar mi oferta y olvidarse de este troglodita.
-Sí, muchas gracias.
-Annie, tú no te subes a ese auto.
-¿y que quieres que siga esperando aquí, mientras me tratas como a un perro?. Olvídalo
-Annie.- Su grito, hizo eco en la nada y yo hice como si no lo escuchara.
Ese hombre de ojos perturbadores, me abrió la puerta sonriente.
-Buena decisión- y no pude más que sonreírle. Talvez era un riesgo o un insulto a mi neurótico novio, pero él ni siquiera me miró, siguió tratando de reparar el auto. A su lado, era el único lugar donde no quería estar.
-Quítate el abrigo, estas empapada, ahí atrás hay un chaleco, puedes ponértelo- No pude responderle, sólo le obedecí. Mientras lo hacía, prendió la radio del auto.
-¿Te gusta Rata Blanca?- Me miró de reojo, sin dejar de sonreír. – Annie.
- Si, me gusta.
Y los acordes de “Mujer Amante” comenzaron a sonar. Me acurruque en el asiento del auto. Si, me sentía culpable de dejar a Carlos ahí.
- No deberías sentirte mal, Carlos sólo piensa en él. Además no puede ser tan inhumano y obligarte a pasar la noche ahí.
- Si, tienes razón. Es un imbecil
- La pregunta es como lo has soportado tanto.
- No lo sé, ¿el amor?.
- Entonces, la pregunta, Anne, es ¿cómo te enamoraste de él?
- No lo sé, eso si no lo sé... ¿vives cerca de aquí?
- A unos veinte minutos. Vivo sólo en una gran casa. ¿No te asusta, ir a la casa de un desconocido. En un lugar apartado, donde nadie puede ayudarte, en caso de que yo sea un maniático o un psicópata?
- Podrías ser el mismo demonio y estaría mejor que donde estaba, antes de llegaras- reíste con ganas- Además, cuando sonríes, pareces un niño, no creo que seas un psicópata. Al menos no lo pareces.

Llegamos a su casa, arquitectura moderna, piedra, mucho vidrio y madera, alzaban su gran y magnifica casa. Me invito a pasar.
–De verdad tu casa está lejos de todo. Pero es muy bonita.
- ¿Te gusta? Yo mismo la diseñe, soy arquitecto y esta es mi obra maestra. ¿Tienes hambre? Yo, me muero del hambre.
- Si.
- Cocinamos algo, no soy muy bueno, en la cocina y la señora que lo hace, hoy no pudo venir, por la tormenta.
- Ok. Yo puedo cocinar.
- Y yo te ayudo.
Era realmente lindo este Martín, como un niño hombre. Un mensaje en mi celular, interrumpió el silencio y nuestras miradas. Era de Carlos “ Llamé una grúa, si no estas aquí en 30 minutos, me voy a Santiago sin ti”
No quería irme de ese lugar, le mentí a Martín, le dije que Carlos, ya iba camino a Santiago, en una grúa. Me sonrió...
-Estas obligada a pasar la noche aquí entonces.
- Así parece.
- Con esta tormenta, sería un riesgo salir.- Sirvió dos copas de vino, y me llevo a la cocina. – Hay de todo aquí, ¿qué sabes hacer?
- Te gusta la comida china, dije mientras miraba dentro del refrigerador, - champiñones, pimientos, dientes de dragón, cebollines. Puedo hacer una cena maravillosa.
- Si, me encanta- Mirando mis piernas, que se asomaban entre las botas y la falda. No puedo negarlo, me encanto sentir su mirada, recorriéndome. Tratando de adivinar que había debajo de la ropa que me cubría. Me ayudo a picar todo.
- Soya, ¿tienes soya?
- Si. ¿A qué te dedicas?
- Soy decoradora de interiores. Y adoro mi trabajo. Y agradezco el buen gusto, cuando entro a una casa, por eso debo felicitarlo, señor arquitecto. Su casa es una obra de arte.
- Muchas gracias. Señorita decoradora, pero llámame Martín. Annie.
- Esta bien, Martín.
- Voy a arreglar la mesa, te dejo a cargo de mi cocina.- Me cerró un ojo, mientras salía. Al cabo de unos minutos, lo llame, ya estaba todo listo.
- Pues bien, vamos a comer entonces. Había arreglado la mesa, como en para una cena romántica, velas y rosas.
Comimos en medio de una amena conversación. – Si cocinas tan bien como decoras, debes ser una excelente decoradora. Hace mil años que no cenaba algo tan exquisito.
Después de cenar, pasamos a una sala de estar, todo el piso cubierto de una alfombra de piel, se sentó junto a la chimenea, me invito a sentarme, junto a él sobre la alfombra...
-Terminamos la botella de vino y nos vamos a dormir, si es que no quieres pasarte una noche de interesante conversación...
- ¿Cuál sería el tema?
- Tú, eres una mujer muy interesante.
- Interesante, uff!!!, no mucho, mi vida es una gran y soberana lata. Perdí la locura, cuando conocí a tu primo y desde ese momento, me metí en la monotonía de su vida y me atrapó la rutina. Incluso, trabajo menos que antes, a Carlos no le gusta mi trabajo, porque trabajo con muchos hombres. Y él es muy celoso. Entonces, mi vida se resume a eso.
- Y tú lo dejas manejar así tu vida, Anne, pareces una mujer fuerte, ¿por qué te dejas doblegar entonces?
- No lo sé, me resigné a no pensar mucho, neutralicé la inteligencia de la que siempre me jacté, para entregarle mi vida a un hombre, que ni siquiera me dice que me ama, desde hace unos tres años.
- ¿Tanto lo amas?
- Tanto lo amaba, ahora es sólo una cuestión de costumbre, de comodidad. ¿Y tú, tienes novia, polola o algo así?
- Tenía, hasta hace unos 4 meses, vivía aquí, para ella y nuestros sueños construí esta casa... Pero decidió, dejarme. Cuando conoció a otro, que le ofreció el mundo, mucho viaje, mucha experiencia nueva, no sé.
- ¿Y se perdió a un hombre tan cautivante como tú?
Reíste – Así como el tonto de mi primo se pierde a una hermosa mujer, como tú.- Se puso de pie y me miró serió, como no me había mirado en toda la noche... – ¿Bailas?- Reí, pero asentí.
-¿Te gusta Ismael Serrano?.
-Si, me gusta una canción que dice “Créeme, cuando te diga que el amor me espanta... que me derrumbo ante un te quiero dulce...” o algo así.
- Cantas muy bien, y si tengo esa canción...- Puso el CD y camino hacia mí, aún sentada en la alfombra, lentamente... me tomo una mano y me ayudo a pararme, sin soltarme la mano me acercó hacia él, hacia su cuerpo y empezó a sonar la canción, como si hubiera sincronizado el tiempo con sus movimientos...
- Créeme, así se llama esa canción- Me dijo con su boca, casi rozando mi oído, en un susurro. Mientras sus piernas pegadas a las mías, me obligaban a seguir sus pasos, suavemente.
- “créeme, cuando me vaya y te nombre en la tarde... viajando en una nube de tus horas, cuando te incluya entre mis monumentos”- cantaste, en mi oído, y mi piel se estremeció bajo tus manos, en mi espalda... – Aceptarías una invitación, Anne.
- Depende, primero debo saber cuál es la invitación.
- A recuperar la locura perdida, a hacer perpetuo el brillo centellante de tus ojos. Así como me miras ahora, que demás esta decir, no brillaba así cuando estabas con Carlos.
-La locura puede ser peligrosa.
-Yo, te vi y enloquecí y mírame, no he corrido ni un peligro.
Me aferré más a su cuerpo, como diciéndole que aceptaba su invitación...
Dio un paso atrás y apago la luz de la lámpara que alumbraba la habitación... La luz de la chimenea en sus ojos, ardiendo como el infierno. Traté de acercarme a su cuerpo, de besarlo, pero me detuvo... Así, a más de un paso de distancia, lentamente comenzó a desabrochar mi blusa, lentamente bajo el cierre de mi falda... Lentamente me desnudo, y se desnudo él... como si todo el tiempo fuera de nosotros... Suavemente me recostó entre la blanca piel de su alfombra, Suavemente y lentamente me mostró su paraíso disfrazado de infierno. Y me llevo a la locura, la más vertiginosa, la que parece no tener cura.
Y así me dormí abrigada entre el calor de su piel, la suavidad de su alfombra enredada en su cuerpo, cubiertos con una manta... cuando la noche y ase terminaba.
La luz de la mañana me despertó, envuelta en su cuerpo... Me miraban esos ojos verdes, tan intensos, sonriendo...
Traté de incorporarme, pero con fuerza me lo impidió.
-No me digas que quieres salir arrancando, no me digas que te arrepientes.- y sus ojos se ensombrecieron.
-No, pero creo que es tarde ¿llueve aún?
-No...- La dulzura en él, había desaparecido. – Te voy a dejar, báñate...
-Hey, ¿qué pasa?... No me arrepiento, pero si me voy a bañar... -Me puse de pie y tome su mano, sonreí... de verdad no me arrepentía. -¿Vamos?- Y lo llevé conmigo a la ducha y volví a perderme en su locura, con el agua corriendo por mi cuerpo.

Manejo en silencio, pero no en el silencio tenso de Carlos, más bien en un silencio de ternura, de pena... acariciaba mi cara, mi pelo... me acurrucaba a su lado.
Se detuvo, frente a la casa... y me miró a los ojos. Mucho me cuesta sostener su mirada.

-Es difícil dejarte ir...
-La locura es peligrosa, pero más lo es alejarse de ella...
-Puedo darte un beso, antes de que te bajes.
-Puedes matarme ahora si quieres...
Y me besó, tan exquisita su boca y sus besos.
-Toma, esto es para ti, pero no lo leas, hasta que yo este muy lejos.

Caminé hacia la casa sin voltearme a mirarlo y entré, cerré la puerta, sin pensar... la locura es como una droga adictiva y sus ojos y su sonrisa eran mi locura... Me cambié de ropa, puse el CD de Serrano de Carlos y me senté junto a la ventana con un gran tazón de café. Y la nota que me entregó Martín, antes de marcharse.

“No das respuestas, ni luz a mi jardín
Y no hay guerrero que descanse en ti
No hay luna de agosto
Ni lluvia de abril
Que no haya dormido antes en ti
Eres pequeña, como una estrella fugaz
Como el universo antes de estallar
Vuelas como la risa
Como el diente de león
Si yo te miento
Tú lo haces mejor
Ahora dime que te han de ofrecer
Las tardes perdidas
Tu sangre en mi piel
La casa cansada
La manta en el sofá
La tele encendida
Las ganas de llorar
Ahora dime que te van a dar
La paz en tu vientre
El fondo del mar
Gaviotas cansadas
Mi sombra en el sofá
La brasa encendida
Las ganas de matar
Eres la copa rota
El mar en que me adentro
Viento que susurra al tálamo deshecho
Ácido en mis ojos
El café de mis mañanas
La mano en el sexo
El rumor de batalla
No das respuestas, ni luz a mi jardín
Y no hay guerrero que descanse en ti
No hay luna de agosto
Ni lluvia de abril
Que no haya dormido antes en ti”

No olvides, que aquí te espero... Aquí te espera mi vida y mi locura, que despertó tu locura. Aquí tienes tu manicomio personal y exclusivo, mi cielo y mi infierno... Ahora dime... ¿La paz en tu vientre o tu sangre en mi piel?"

Y esa fue mi última locura...

jueves, julio 13, 2006

Venganzas??


Sería fácil y rápido, como siempre... sólo debía cerrar mis ojos y sacar lo peor de mí. Eso me hacía las cosas aún más fáciles... siempre me gusto sacar lo peor de mí y disfrutarlo.
Pues bien, ahí estabas tú... sin defensas sentado frente a mí, sin argumentos, sin nada a que aferrarte; mirándome entregado, como esperando a que yo te ganara. Tú sabes, sé exactamente que fibra tocar en ti, para hacerte pasar tus limites.
Mi venganza y ni siquiera un remordimiento, ni una pizca de pena. ¡Qué perfecto el momento!...
Me puse de pie lentamente, me miraste sin sonreír y cerraste los ojos.
-¿No quieres que esto pase? - Y asentiste sin abrir los ojos.
Los últimos meses has sido mi juguete y he hecho y deshecho contigo a mi antojo. Y he sido tan cruel, como he podido y te he humillado. Pero a pesar de eso vuelves cada viernes. Puntual y entregado, sin faltar a ninguna de las citas que hemos pactado. Talvez buscando purgar tus culpas.
Sólo eso... un par de ironías de mi parte, tu silencio, sexo desenfrenado y ¡lárgate!... No, no quiero pasar la noche contigo, solo lárgate.
Si, es mi juego y es cruel, pero tú decides jugarlo, sabes que puedes retirarte cuando quieras, pero me amas tanto o más de lo que te amé yo a ti, cuando decidiste destrozarme.
Sería fácil y rápido, sólo debía cerrar mis ojos y dejarme llevar. Pero esta vez tus manos tiemblan al tocar mi desnudez, como la primera vez, hace un par de años. Esta vez buscas algo en mi... ¿La ternura? Y besas suavemente mis ojos cerrados
-¿Sabes cuánto te amo?
-Tomas, no íbamos a meter el amor en esto.
-Pero yo te amo, y no puedo evitarlo.
Me obligaste a mirarte a los ojos, llorabas
-Dime que no me amas y me voy y no vuelvo nunca más.
Sentí miedo, pero no dude
-No, no te amo.
-Y es mi culpa, yo no supe amarte, cuando debí hacerlo.
Te pusiste de pie, te vestiste, yo seguí así... tirada en mi cama y desnuda.
Objetivo logrado, te había destruido...
Te acercaste a mí, me besaste en la boca, con amor, del que duele.
-Te amo, como nunca he amado a nadie.
-Chao- Tan fría fue mi voz, que un estremecimiento me recorrió.
Cerré los ojos, para caer en cuenta de mi estupidez, disfracé mi amor de venganza y justifique cada encuentro con mi obsesión por destruirte. Pero sé cuanto te amo... Sé como duele esto de haberte dañado.
Para cuando abrí los ojos, te habías ido.
No pude moverme de la cama, pasaron 10 o 15 minutos y yo estática, desnuda y acariciando mis labios, tu beso.
No, dos veces no, no puedo perderte dos veces...
Tome el teléfono:
-Es invierno y hace frío, mi amor
-¿y qué puedo hacer yo?
-Venir y acurrucarme.
-¿Segura?
-Yo también te amo.

domingo, julio 02, 2006

Tu niña, tu historia…


Fue un día de mucho, el estrés parecía un virus, por el que estábamos todos infectados... Ya era muy tarde; ¿Hace cuánto nos conocíamos ya? Unos cuatro meses.
“Adorablemente desagradable” era mi descripción para ti... Siempre tu antipatía para todo el mundo, ¿cuánto disfrutabas el ser tan desagradable? . Pero tu sonrisa a mí me decía todo lo contrario... tu sonrisa y tus ojos, a pesar de las 9.000 ironías diarias entre nosotros y las muchas discusiones, cada vez que la angustia parecía apoderarse de mí, buscaba tus ojos, por entre medio de todo lo que nos separaba, a veces corrías en mi auxilio... y eras tierno o me hacías reír con alguna afilada ironía y cuando no podías, me sonreías cálidamente, mientras me refugiabas en tus ojos... y la tormenta en mi se calmaba.
Ese día el mundo se me había derrumbado encima. ¿Cuántas veces lo hablamos? Y tú siempre me decías, pásalo bien, pero no te enamores, cuando uno deja de lado los sentimientos, la vida se hace más fácil. Pero yo, siempre porfiada tu niña malcriada.
Y de pronto de la nada tu invitación... un par de copas a la salida; más de un par, mucho más que un par.
Y tu historia y tus miedos y mi historia y mi dolor... y mil quinientas vueltas al asunto... a todos los asuntos. De pronto de lejos una vieja canción, tú mayor que yo la conocías y el alcohol en nuestra sangre.
-Te dedico esta canción... cantando a coro con la música.
“Una niña, una historia eres tú
quizás no te esperaba ya más
y tus manos, entre mis manos”

Y tomaste mis manos con una calidez irreconocibles, en ti; mientras seguías cantándome y de pronto tu voz, como un desgarrador grito silencioso.
-Sálvame, niña... -y tu beso.
Si tarde o temprano iba a pasar y yo lo sabía, pero no lo imagine así...
Y me abrasaste tan fuerte que sentí tu desolación.
-¿Qué te salve de qué?
-Del frío, del vacío... sólo tus ojos derriten mi hielo. Y no sé si es bueno o malo... pero es inevitable.
Así empezó “lo nuestro", me encantaba verte rodeado de muros en el trabajo, tan inaccesible para todos y saber que yo tenía la llave... para llegar a tu desgarradora ternura, a tus ojos cómplices, a tus sonrisas y tu sinceridad. Saber que el niño asustado que se escondía detrás de ese hombre fuerte y distante, era sólo para mi y nadie más.

Fui feliz, muy feliz contigo y aprendí mucho de ti. Pero nunca fue real y todas las ilusiones se mueren, así súbitamente.
Recuerdo ese día como si hubiese sido ayer, la inquietud me acompaño toda la mañana sin saber porque... No quisiste decirlo antes, y te lo agradezco, hubiera sido anticipar el dolor.
Entraste en mi oficina y cerraste la puerta tras de ti (nunca dejabas la puerta cerrada)... tus ojos no me sonrieron.
-¿Qué pasa?
-Ven y abrázame, mi niña
-¿pasa algo malo?
-Abrázame-
y otra vez sentí tu desolación, como la primera vez que me abrazaste.
-Me voy fuera del país, por trabajo... mañana
-¿Qué?... Pero...-
me aleje de ti, no podía entender nada.
Con un dedo en mis labios me hiciste callar (sin explicaciones, ese era nuestro juego)
-Respóndeme sólo dos preguntas, primera: ¿hay algo que pueda hacer, este desagradable, para convencerte de que te vayas conmigo?
-No y lo sabes- baje la mirada y tú sólo asentiste...
-Segunda: - Tu voz se hizo dulcemente grave-¿Me amas tanto cómo te amo yo a ti?

Y toda nuestra historia juntos, en 1 segundo, paso por mi cabeza... Nunca nos dijimos un “te amo”, nunca nos llamamos amor (yo era “tu niña” y tu mi “Vicho”)... Y ahora hacía falta, más falta que nunca.
-Si, te amo, mucho.
-Te amo, mi niña.

Y tu beso, el último... como el primero, desesperado.
Y te fuiste, nunca volví a verte. Sólo una llamada, un mes después (hace cinco años) Justo en medio del vacío de tu ausencia...
-Hola, mi niña
-¿Vicente?
-¿Cómo estas?
-Con mucho trabajo ¿y tú?
-También-
Mi silencio y el tuyo, tratando de decir lo que nuestras bocas no dirían nunca.
-¿Eres feliz?- Tú voz rompiendo el silencio
-Estoy bien- ¿Cómo decirte que la felicidad se había ido contigo... aunque sabía que tarde o temprano, la encontraría en otro lugar
- ¿y tú?
-Bien- Y tu voz sonó como la mía
-No me olvides nunca, que yo no voy a hacerlo, amor.
-No te preocupes, te recuerdo todos los días.
-Te amo, mi niña... aunque se suponía que no iba a ser así.
-Yo también te amo, Vichito.
-Chao, cuídate.
-Chau, bebé.


¿Porqué recuerdo esto hoy? ¿Porqué lo escribo?...
Primero porque hoy en mi nuevo trabajo, escuche esa canción... “una niña, una historia eres tú...” y por par de segundos, se detuvo mi mundo y toda nuestra historia paso frente a mis ojos.
Dos: Sé que vas a leerlo y quiero que sepas que aún te recuerdo, que siempre he guardado este amor, como un tesoro... por que nunca fui tan feliz, como lo fui contigo.

sábado, julio 01, 2006

DIVAGACIONES

Un día me escribiste esto:
"MI YO"
De noche, mirando el techo de mi cuarto
Me sorprendo pensando en ti...
Luego, todo pensamiento desaparece,
cuando escucho de lo profundo de mi
una voz
Y es "Mi yo" que me habla
Tengo que hablar contigo, me dice;
"Yo" soy el lógico, siempre razonando todo
y "Tú" el idiota que se enamora.
Debes saber que no puedes confiar en los sentimientos
son traicioneros,
cuando crees que eres feliz,
te abandonan y te hacen sufrir.
"Yo" siempre trato de sacarlos de ti, con mi lógica,
pero "Tú" el idiota,
una y otra vez, vuelves a meterlos en ti,
Ya no sé cuanto más podré librarte de ellos,
por que "Tú" no ayudas.
Por eso hoy he pensado en dejarte sóo
Y desde hoy empezar a ser "Yo"
y no ser más "Tú"...
Y hoy me decidí a contestarte, o mejor dicho, a mostrarte la respuesta:
"Ella responde"
De noche, en mi cuarto mirando el techo
me sorprendo con "tu confesión" en las manos,
la analizó, leyendo una y otra vez;
con lentitud, cada palabra
No debería, es tu vida, la que te gusta vivir
Pero tu miedo me sorprende
Yo también lo he sentido
(esa voz hablandome fuerte)
Lo he visto paralizarme
y he tratado de liberarme
y he luchado por no sentir
y he sido lógica...
y también he razonado
Optando por el vacio,
me he negado la posibilidad
Y siempre me ha quedado la duda:
¿He sido sensata o sólo cobarde?
No quiero arriesgar mi estabilidad
No quiero tranzar mi enloquecedora lucidez
No quiero dejar que amar me duela
¡¡No voy a sufrir!! ¡No, otra vez!
De noche en mi cuarto, mirando el techo
Caigo en cuenta de todas mis luchas internas
¿Cuantas veces he tratado de callar a la "idiota", en mi?
esa que ya casi no tien voz
Mirando a ese mismo punto muerto
Sintiendo el mismo frío
¿En qué momento decidí jugar?
Para no ser herida
Para no desangrarme...
¿qué he ganado?...
Nada más que vacio
Entonces esta noche en mi cuarto
He decidido "pensar en ti"
Dibujar tu sonriza en mi techo
Y mirar tus ojos como si fueran mi horizonte
Y no voy a sorprenderme...
Y ninguna lógica, ni razón, te va a hacer desaparecer
Por qué hoy, he optado por ser "estupida"
Y aquí tienes todas mis puertas abiertas
Para que marques el camino
por el que voy a desangrarme
El día que tu "Yo"
decida ser sólo eso...
Que más puedo decirte, al final el amor nos jugó chueco y pudó más mi estupidez, que esa loca lucidez,
que trataste de enseñarme... ¡No podemos dejar los sentimientos de lado!